Hoy, me salgo un poco de la temática de siempre debido a que en un descanso del estudio he sentido la necesidad de escribir y soltar algo que he pensado muchísimas veces (¡más que muchísimas!) y es lo siguiente:
"Vivimos en un
mundo en el que si alguien no se ve capaz de conseguir algo, de alcanzar sus
metas, objetivos o ser alguien en la vida, te dirá que tú tampoco puedes e
intentará convencerte de que eso es así y de que ni lo intentes, porque
entonces lo calificará como locura.
El término locura -empleado desde tiempos inmemorables para calificar a
aquéllos que caminaban en otra dirección (o más bien, que miraban a un punto
diferente al resto) o aquéllos quienes no seguían cualquier corriente moderna-
siempre ha estado mal enfocado. ¿Quién define lo que es la locura y lo que es
la lucidez? ¿Y si, verdaderamente, a quienes se les considera locos son los
realmente cuerdos? Las personas siempre se empeñarán en llevarte por el mismo
camino por el que ellos caminan, quisieran caminar o piensan caminar. Pero
harás mal si te desvías, si decides alejarte del que ellos siguen o muestras
cualquier opinión diferente a la que ellos tienen. Realmente, aquéllos que han
conseguido superarse en su propia vida, sea cual sea el aspecto al que se
quiera referir, ha sido mayormente por rizar
el rizo y darle mil vueltas a las cosas con tal de conseguir la diferencia.
¿Cómo si no se inventan los instrumentos tan precisos, magníficos e insólitos de
los que hoy contamos? ¿Quién, en un pasado, pensó que algún día se podría
viajar en un vehículo que no va ni por mar ni por tierra y que
sorprendentemente viaja por el aire, colgado
del aire? O, por ejemplo, que en un futuro –ya presente para nosotros- se
pudiera viajar a la Luna o a Marte. Qué locura.
Seguro que en épocas anteriores se le habría calificado de loco a cualquiera que se le ocurriera decir que en un futuro
seríamos capaces de comunicarnos a través de un aparato, sin necesidad de
cables y que, además, si me apuras, llegaríamos casi a inutilizar la carta
postal para pasarnos a cartas virtuales,
capaces de recibirlas y leerlas apenas pulsar el remitente el botón de Enviar. Locuras por los cuatro costados.
¡Qué locos!
Lo mismo se podría decir de lo imposible, ya que, que sea
difícil no implica que sea imposible. Porque lo bueno, lo que merece la
pena, lo que te supera como persona y te hace un poco más feliz al conseguirlo,
es lo difícil. Conseguir aquello que
nadie creería que harías, aquello que muy pocos creyeron que pudieras lograr.
Nadie es nadie para cortarle las
alas a nadie. Nadie es lo suficientemente bueno como para infravalorar el
trabajo de otra persona, el esfuerzo o, lo que es más importante, la ilusión de ella. Sobre todo, esto último.
Mejor que alertar a alguien de un peligro al que se enfrenta con sus ilusiones
o sueños, ¿por qué no dejarle que
sea él mismo quien se equivoque? Nunca
es demasiado pronto para equivocarse ni demasiado tarde para subsanar los
errores. Al fin y al cabo, como bien dijo Shakespeare, estamos hechos de la misma materia que los sueños. Nuestro pequeño
mundo está rodeado de sueños, sueños que nunca deberíamos dejar que nadie nos robara ni se hiciera con ellos.
Quién mejor que nosotros mismos para luchar por nuestros sueños. "
En cuanto tenga un rato, a ser posible esta semana, intentaré poner al día el blog y hablar acerca de las próximas competiciones, ¡que ya salen a flote!
¡Buenas noches!
Los sueños alimentan el alma. Sigamos soñando pues, sigamos siendo esos locos que habitan en un mundo de cuerdos.
ResponderEliminarMe ha encantado esta reflexión, Amanda.
Un abrazo y a seguir.
¡Muchísimas gracias Ana! Perdón por la tardanza, que no había podido ni actualizar el blog como Dios manda jaja
EliminarUn abrazo!!!